
Los ISFP son conocidos por su singular encanto budista y su temperamento artístico. Son libres y desinhibidos, pero de corazón delicado. Buscan el equilibrio entre los ideales y la realidad, y con el tiempo se transforman en artistas de la vida, fuertes y apacibles.
A los ISTP se les suele llamar "realistas": son tranquilos, pragmáticos, independientes y les gusta usar las manos y la lógica para resolver problemas prácticos. Muchos ISTP tienen un aura natural de "lo haré" y no les gusta hablar mucho; solo quieren que las cosas se hagan eficientemente.
Los INFP necesitan descubrirse verdaderamente a sí mismos y practicar con valentía. En pocas palabras, se trata de encontrar una vía práctica sostenible entre la realidad y el ideal mediante la integración y el ajuste de diversas funciones de la personalidad.